miércoles, 9 de enero de 2019

(ÉL) Primer amor

Hay un balcón con barrotes blancos en el segundo piso del colegio donde Fernanda asiste.
Las mañanas serian un completo tedio si no fuera por esos escasos minutos de recreo.
Todos disfrutan del ajetreo de unos míseros minutos sin tener que fingir estar atentos a una asignatura que no les interesa. Ya sean los entregados al estudio, como aquellos que no fueron bendecidos con la habilidad de entender el análisis de oraciones. Quien sabe qué, porqué, por simple inercia, por simple convicción o ilusión de una supuesta utilidad.
Pueden ir al baño tranquilamente, (aunque es lo que menos hacen, es preferible pedir permiso en horas de clase para escapar y oxigenar la cabeza) comprar en el kiosko del colegio desprovisto de muchas opciones, (maldito monopolio de decisiones) o reunirse con amigos, suspiro de alivio para un cerebro agotado de estímulos demasiado excitantes como una clase de trigonometría.
Fernanda, tiene una motivación personal para salir en dirección al balcón con barrotes blancos y esperar pacientemente a un gran suceso.
Cuando suena el timbre, se fija a escondidas en un pequeño espejo que guarda en su cartuchera de tela de jean. No la dejan tener ningún espejo, lápiz labial, o cacao, o rímel, o rubor, o arqueador (la lista sigue). Su pelo parece estar en orden, esponjado y con frizz, sus ojos no tienen ojeras y esa mañana se arqueo sus pestañas con un cuchillo de manteca, para que su mamá no piense que hace todo menos estudiar.
Se acomoda la pollera y guardapolvo, sale despacio pero airosa, con vibra confianza. Asoma la cabeza de a poco por la puerta y se dispone a seguir el recorrido de siempre. Llega el momento culmine, y de los cursos más grandes sale Él.
Algo escuálido, largo, alto y estrafalario, camina hacia unos cursos más bajos. De vez en cuando tira una mirada fugaz por donde se pasea disimuladamente Fernanda, y casualmente choca con la suya. Es increíble cómo se puede conflictuar el cuerpo y la mente por una persona. Que estado de ansiedad simplemente espantoso, simplemente hermoso ¿La taquicardia es signo de que esa persona te hace sentir viva?¿ O es signo de una muerte prematura?
Mirar abajo, hacia el par de zapatos negros de mal gusto del uniforme, mientras avanza y cuenta los azulejos la hacen sentir un poco, (sólo un poco) más segura.
Él continúa su camino, sube las escaleras y se apoya en aquel balcón blanco a esperar. Fernanda siente un pequeño dolor punzante en su pecho, porque ya sabe lo que sigue.
Sale de los cursos del piso de arriba Ella. Con su pelo negro y largo, tan baja que apenas alcanza a decirle las cosas sin saltar. A escondidas, sin que ningún profesor o el preceptor los vea, se dan un pequeño beso y se entrelazan de los dedos. Hablan de quien sabe qué, desde la distancia no se puede saber. Ríen de quien sabe que, y se miran a los ojos con eso que irremediablemente sienten.
Es ahí donde como todos los días Fernanda se rinde, vuelve al aula y se dispone a seguir con su tarea de ciencias sociales. Mientras entrecierra los ojos trata de mantener la imagen de aquel segundo erróneo en que él cruzó su mirada con ella. Por alguna razón, Fernanda sabe que recordará esos segundos más adelante y que le proveerán de algún consuelo.

Perséfone

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