Adoro como juega, usted, parece tener tantos rincones recónditos.
Me encanta como sonríe, usted, figúrese que el fuego de admiración ha nacido en mi gracias a su existencia.
Se que le gusta leer libros, usted. Debería quizás ceder al sentimentalismo de un drama con final triste.
Rodearnos de letras hizo que nuestras vidas tengan un punto de convergencia.
En medio de una reflexión sobre autores catastróficos, me ha contado de sus días contados en tono de broma. Usted, no entiende mi mirada esquiva.
Guardarse sus lágrimas hace menos pesada la carga de un cáncer que retorna por segunda vez, o de recuerdos de fantasmas de carne y hueso apropiándose, desgarrando su cuerpo.
Se ríe mientras piensa, usted, en aquella que le privó de calidez, de aquel que la dejó a su merced.
Se que le gusta leer libros a usted, que su capacidad de entender teorías lingüísticas no es algo que le cueste. Que recuerda una novela textualmente con solo leerla y que admira la poesía echa melodía.
Se que no le cuesta reírse de las desgracias a usted, si, pero se que si le cuesta romper en llanto y permitirse vulnerabilidad.
Creo que comprende, usted (Que ha virado la mirada hacia otro lado), que no soy capaz de prescindir de mi esencia, que a veces no acepto lo inevitable y que lloraré por ambos.
Perséfone,
Perséfone,
No hay comentarios:
Publicar un comentario